Tengo una parienta (no puedo dar más detalles… ;)) que me confesó una vez que había sido infiel. Lo había hecho con casi todas las parejas que había tenido e incluso con su actual marido. Cuando le pregunté que cómo se sentía con ello, si no se sentía culpable, me dijo que no; “eso depende de la educación recibida”, contestó. Me encantó la respuesta.
Tuve una pareja, hace años (tampoco detallaré más… jeje), que quería controlar tanto la relación y las posibilidades de que se cruzaran por el camino otras personas, que el resultado era enfermizo y asfixiante. Evidentemente esa relación acabó.
Hay un sinfín de opciones para relacionarse con la infidelidad (y la fidelidad).
Es cierto, la educación mucho tiene que ver con la culpa. Si nos educaron culpabilizándonos de todo lo que no hacíamos bien, recriminando los errores, seguramente aprendimos a hacerlo nosotr@s mism@s. También puede ser transmitido por la educación en el colegio, profesores muy recriminadores que dan poco espacio a los errores y a la visión del potencial de alumnado en lugar de lo que les falta o puntos débiles…
De la misma manera, la educación puede haber influido en la concepción de pareja que tenemos. Nos pudo afectar que nuestra familia no fuera demasiado estable, que nuestros padres se separaran por alguna infidelidad, que les viéramos discutir mucho y no viéramos muestras de amor o que un@ de l@s dos muriera.
A menudo, los valores están muy vinculados con el querer ser fieles o no. La fidelidad puede tener que ver con la visión romántica del amor y la pareja de cada cuál. Cuando no se da importancia a la fidelidad física, puede ser porque se tiene una concepción de la pareja y de los sentimientos dónde tener relaciones con alguien no tiene ninguna implicación ni cambia nada de lo que un@ siente. Si se cree que la pareja es lo más sagrado y que ir con otr@ es romper la confianza y el vínculo, seguramente no habrá espacio para los cuernos.
Lo más sano es encontrar nuestro equilibrio con la decisión que tomemos cada un@ de nosotr@s. Quizás replantearnos la decisión cada vez que aparezca alguien que nos despierte “el peligro y la tentación”, y renovarla o cambiarla. Que aprendieras que la infidelidad no está bien o que el amor es para siempre, no quiere decir que no puedas actualizar tus pensamientos y sentimientos. También puedes encontrar una solución junto a tu pareja, que os satisfaga a ambos.
Muy relacionado con el post que escribí hace tiempo sobre la monogamia.