“¡Que sea la última vez que no me escuchas cuando te hablo! “No has aprendido nada…” “No vas a conseguir nada en la vida así…” “Más vale pájaro en mano, que ciento volando…” “Todos los hombres son malos…”
¿Te ha pasado alguna vez, al acabar de decirle algo a tu hijo/a (frase, sentencia, reprimenda, refrán, reproche, bronca…), que te invade un recuerdo de tu propia infancia, cuando tu padre/madre te decía lo mismo? ¿Cómo te sentías? ¿Te gustaba? ¿Cómo te afectó?
¿Estás cometiendo los mismos errores? Es muy probable. A menudo, copiamos modelos aunque no nos hayan gustado, simplemente por no haber puesto conciencia en ellos. Es lo que hemos vivido durante muchos años, y nos sale de manera espontánea.
Y nos sorprendemos repitiendo aquellas frases de la misma manera, aquellas que tanto odiamos en el pasado y que quizá, seguramente nos afectaron.
Existen dos vías posibles de actuación respecto a esta situación:
- al darnos cuenta decidimos evitar a nuestro/a hijo/a el sufrimiento que nos causó esa actitud de nuestros padres, que con su buena voluntad, no consiguieron el resultado deseado.
- no nos damos cuenta y no podemos evitar soltar las frases… Estamos siendo como nuestro padre o nuestra madre…
Seguramente, si ponemos conciencia y nos damos cuenta de esta repetición, no podremos evitar modificarla en algo. La bronca, la reprimenda, el decir, pero de otra forma, pensando en cómo nos sentaba cuando nos lo decían, y qué no queremos provocar en nuestros/as hijos/as. Es cierto que cada un@ se toma las cosas a su manera, pero es probable que si algo nos ha afectado de una determinada manera, pueda afectar también a nuestros/as hijos/as.
Y sabiendo que, por mucho que evitemos cometer los errores de nuestros padres/madres, cometeremos otros. Eso es inevitable.
En este caso, el trabajo de los hijos/as, será superar esos errores, perdonarlos, entenderlos, empatizar con sus padres y madres cuando tengan la edad y la madurez suficientes.
A su vez, habrá otras cosas que les afectarán a nuestros/as hijos/as, de las que no seremos conscientes, que nuestros/as propios/as hijos/as deberán evitar a su vez con los/las suyos/as.
NOTA: No tiene porqué ser sólo con los hijos/as. A veces reproducimos pautas de comportamiento y actitudes en el trabajo hacia los/las superiores, subordinados/as o compañeros/as de equipo, con los amigos, con la pareja… Poner conciencia nos ayuda a modificar aquello que no nos gusta, que nos ha afectado y que en el fondo no queremos reproducir…
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