Brené Brown tiene una serie de vídeos para explicar diferentes emociones, competencias y comportamientos que valen mucho la pena. Vamos a ver éste sobre la empatía que dura tres minutos. Es en inglés, pero puedes activar los subtítulos en tu lengua si lo necesitas.
No se puede añadir demasiado a esta explicación tan pedagógica de la diferencia entre empatía y simpatía, que son confundidas muy a menudo.
La empatía sólo se puede poner en juego en esos momentos en que puedes olvidarte de ti, para escuchar y entender a la otra persona desde la otra persona, desde lo que ella cuenta, sin interpretar, sin juzgar, aceptando como válido aquello que cuenta. En el momento en que te identificas con lo que te cuentan, en que pones de tu propia cosecha, en que comparas lo que sufre la otra persona contigo misma, en ese momento ya no estás aplicando la empatía.
Con los amigos y amigas a menudo, generamos espacios de simpatía. En estos encuentros cada uno/a aporta su experiencia y visión, y se discute o se comparte pero sin dejar de lado la propia perspectiva. El grupo comparte y se divierte cada uno desde su posición. Sin embargo, en ocasiones, lo que necesitamos es poder expresar nuestra experiencia, nuestro dolor, rabia, problema o lo que nos preocupa, sin ninguna aportación por parte del interlocutor, simplemente su comprensión y aceptación. A veces es difícil tener amistades con las que poder compaginar momentos empáticos y simpáticos, ya que las relaciones sociales tienden al segundo tipo. La amistad lleva a que dos personas se conozcan y se aprecien mucho y acepten los aspectos buenos y los no tan buenos. Pero también nos hacemos una representación simplificada de las personas. Y no siempre queremos vernos desde una visión simplificada de una amistad. No olvidemos que cada individuo es capaz de ver cosas propias que los demás no pueden ver y viceversa, los demás ven cosas que el individuo no ve de si mismo.
La empatía se puede mejorar, entrenándola, no escuchando las voces del juicio. Sin embargo, es cierto que algunas personas no la poseen. Y la mayoría de peronas que sí la posee, cuando tiene algún conflicto o dificultad personal y está centrada en su propio dolor, es difícil que pueda empatizar con el dolor ajeno. Para ello hay que conseguir la calma interior, el sentir sin ruido, sin escuchar ni identificarse con el pensamiento, conectando con las emociones o sentimientos del momento. De esa manera se podrá empatizar, ya que el propio dolor no será una interferencia para la comprensión del dolor de la otra persona.
En psicoterapia, la empatía es una de las principales herramientas del terapeuta para acompañar a sus pacientes o clientes. Es mucho más fácil mostrar empatía hacia alguien a quien no se conoce, de quien no se conocen las contradicciones, ni su pasado y no hay una idea preconcebida. Por lo tanto puede ser entendida desde lo que trae hoy, sin prejuicios ni sesgos.