¿Con qué relacionamos el miedo? Thrillers, asesinatos, casos sin resolver, terror nocturno en la infancia,… O quizá con nuestro trabajo, a nuestro o nuestra jefa con quien no tenemos confianza y no sabemos lo que quiere, a nuestros padres por no decepcionarles ni enfadarles, a decirle la verdad a un ser querido por su posible reacción… Muchos miedos de la vida cotidiana no tienen fundamento o no son necesarios aparentemente.
Sin embargo, el miedo como emoción tiene una utilidad muy clara.
El miedo sirve para estar alerta ante los peligros. Nos pone en guardia para poder protegernos, huir o reaccionar frente al peligro que se acerca.
Un ejemplo claro lo encontramos en la película de Disney Pixar, Inside-Out, la niña que está jugando y corriendo, cuando se acerca a un cable que está en el suelo, siente el miedo que la avisa del peligro de tropezar y así salta para evitarlo.
Hasta aquí todo correcto.
Sin embargo pregunto, ¿Por qué hay personas que se enfrentan a sus miedos y otras que lo único que quieren es evitarlos a toda costa?¿Qué tan poderoso es el miedo? ¿Qué hace que suframos el miedo, en lugar de verlo como un aviso de algún peligro a tener en cuenta?
Para contestar, te pregunto: ¿Dónde sientes el miedo en tu cuerpo? ¿Qué sensaciones provoca en ti? ¿Las valoras como positivas – agradables o como negativas -desagradables?
Por un lado, pasar miedo y “salvarse” es algo que le gusta experimentar a un gran número de personas. Por ejemplo, les gusta ver películas de miedo, practicar deportes de riesgo o subirse a atracciones de vértigo en los parques de atracciones y temáticos. La adrenalina segregada se percibe positivamente y “engancha” de alguna manera a la búsqueda de sensaciones.
Por otro lado, muchas personas lo interpretan como negativo, esas sensaciones relacionadas con el miedo que valoran desagradables, a menudo traen recuerdos del pasado que se han grabado emocionalmente en nosotr@s.
Y a menudo, sentimos miedo por el recuerdo de un miedo pasado, de la infancia quizá, que se activa por conexión con la situación actual. Las personas que fueron reconfortadas en la infancia y se sintieron seguras cuando lo necesitaron, pueden sobrellevar esa sensación e interpretarla como lo que es, un aviso sin ningún tipo de connotación.
Para otras personas puede ser diferente; quizá pasaron miedo en épocas pasadas o quizá nadie les ayudó cuando lo necesitaron… Podría ser que no supieran pedir ayuda, o bien sus cuidadores (padres, madres, abuelos/as, tíos/as, herman@s mayores…) no entendieron lo que sentían, o no legitimaron sus emociones ni les dieron espacio, (ya que nadie les enseñó a legitimar las suyas propias)… Así, estas personas conectan con miedos pasados, y creen no saber cómo sobrellevar la situación.
A menudo lo que nos pasa es que aprendemos patrones actitudinales de cómo afrontar o no afrontar las situaciones. Así, actuamos de manera muy valiente a veces y no podemos hacerlo en otras.
Sin embargo, en la actualidad, en la vida adulta, tenemos los recursos y mecanismos necesarios para hacerle frente al miedo.
Sentimos miedo ante muchas situaciones, sean causa de peligro real o no. A veces sentimos miedo por los riesgos que suponen las decisiones, sin ver las ganancias que pueden conllevar las mismas.
Miedo a cambiar de trabajo, a lo nuevo y desconocido, a fracasar vs La excitación por lo nuevo y el aprendizaje que conlleva… Adelantamos acontecimientos cuando pensamos que es mejor nuestra situación actual con un sueldo fijo y una estabilidad, que el hecho de buscar nuevos horizontes profesionales, el crecimiento personal que ese camino puede conllevar…
Miedo a hacer daño a otra persona vs Ser sincero/a con un@ mism@ y con los demás, siendo asertiv@ y defendiendo los intereses y valores en los que se cree… Pensamos que es mejor no decir algo a otra persona que creemos que debe saber dado que la apreciamos y no queremos hacerle daño, en lugar de ser sincer@s y coherentes con lo que pensamos y sentimos sin ser desagradables y explicando las cosas de manera educada y correcta, sin atacar ni defenderse.
Miedo al dolor por una pareja que no ha funcionado vs La oportunidad de vivir una experiencia junto a una persona que aporte grandes oportunidades y aprendizajes y crecimiento personal. Nos privamos de experiencias adelantando acontecimientos; quizá hemos dejado escapar a un gran amor sin saberlo. Las historias tienen un inicio, y si éste es positivo, vale la pena que vaya un poco más allá y ver qué pasa.
Como con todas las emociones, si aceptamos el miedo, éste nos avisa pero no nos paraliza. Es más, previene que hagamos imprudencias y nos permite planificar nuestros actos teniendo en cuenta las posibles consecuencias negativas que tememos.
El miedo mal gestionado puede ser paralizante, no permitirnos pensar, actuar, ni nada por el estilo. A menudo intentamos racionalizar las emociones y quitarles importancia, al no escuchar las señales de nuestro cuerpo no estamos tomando las decisiones de manera integral. A la vez, el miedo que se quiere evitar, el que no se quiere aceptar, se puede convertir en ansiedad, es decir el miedo al miedo.
Cuando tenemos miedo de sentir miedo, su presencia se hace más intensa para prevenirnos de todas formas, ya que es una emoción que existe para nuestra protección. De esta manera, los ataques de ansiedad son la exageración de los síntomas del miedo en el cuerpo, que el cerebro interpreta como peligro de algún tipo, algún problema físico, cardíaco, de enfermedad grave… Y recibimos señales de alarma que la persona interpreta como un ataque al corazón, un ictus, o cualquier otra causa posible de muerte. Se pueden activar sin causa aparente. Y las fobias son el miedo extremo hacia algún estímulo específico: volar en avión, las cucarachas, las arañas… Los ataques de pánico o de ansiedad se activan en presencia de dichos estímulos o simplemente imaginándolos o escuchando hablar de ellos…
Aceptando el miedo como parte de la vida, como una emoción más que nos da información, podemos usarlo a nuestro favor.
El miedo bien gestionado nos activa para reaccionar, huir, defendernos, tomar una decisión prudente, hablar teniendo en cuenta los sentimientos de los demás, ser considerad@s con las demás personas implicadas, no precipitarnos, pedir ayuda y coger la mano…
Cada día superamos pequeños miedos, los límites a menudo nos los ponemos nosotr@s mism@s. De esta manera, como decíamos, el miedo se puede usar como motivación para superar un reto, mejorar en algo, conseguir un objetivo…
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